El enredador amenaza con el retorno y las bases entran en juego

De los mismos productores de “La huida bajo el capó”, que en Europa se tituló “El fantasma de Waterloo” llega ahora a nuestras pantallas “El retorno del enredador”. Ignoramos como será titulada en Catalunya, ya que la magna obra se ha financiado mediante crowdfunding, a 3% por aportación, según costumbre del lugar, y los productores han decidido consultar a sus bases el título: deberán elegir entre dos: “Ja soc aquí: la comedia” o “Carlitos el emprenyat” (mala baba, enfadado, o así).

Carlos Puigdemont ha anunciado a Pedro Sánchez su voluntad de dar por concluida su valiente huida y que le diga a su Fiscal que no le detenga. Cosa que nos ilustra sobre el concepto de regeneración democrática: al parecer son los presidentes y fiscales, no los jueces, los que deciden una detención.

Sostiene Puigdemont que viene a salvar a Catalunya del rancio españolismo de Salvador Illa, que maravilla, con lo que el hombre ha hecho por la causa. Afirma el valiente, así mismo, que si no le permiten gobernar o se les ocurre detenerlo, la legislatura de Pedro Sánchez será un infierno.

Resulta evidente que lo de la legalidad, la concordia y la convivencia, incluyendo nuevas mayorías electorales, eran una ficción que el independentismo no parece dispuesto a comprobar.

El enredador ha provocado con su anuncio un par de efectos: primero, aligerar las negociaciones entre ERC y PSOE, en materia de financiación singular. Que siendo ya ilegal e injusto, incluye un factor de inconstitucionalidad imposible: un blindaje para que una nueva mayoría política no pueda retrotraer la situación.

Por otro lado, la señora Rovira ha empezado la evangelización de sus levantiscas bases, que no parecen muy convencidas, todavía, del asunto. Enervamiento que conoce el señor Puigdemont. Los republicanos dan por hecho que el pacto de investidura está preparado, aunque ni sabemos ni conocemos su alcance. Parece que son más las prisas que los contenidos.

Ocurre, no obstante, que por mucha voluntad que le ponga el fiscal, Sánchez y el ministro del Interior, el brutal relato sobre la amnistía que el Supremo ha remitido al Constitucional y la primera prejudicial enviada a Europa sobre la materia por el Tribunal de Cuentas no solo retrasa notablemente las posibilidades de regreso, detención necesaria y aplicación inmediata de la amnistía.

También, impide la presentación en Cataluña del valiente fugado, por mucho que desee presentarse en el día de la investidura, para que si es detenido se altere el proceso y, si no, enrede con el independentismo.

Las consecuencias no sólo pueden ser la incomodidad insalvable de las bases de Esquerra, convenientemente presionadas por el prócer fugado, sino una legislatura imposible que sólo produce noticias judiciales sean de Berni, Koldo, Gómez o Ábalos, el perseguido.

Una situación que hace tiempo es insostenible, que está produciendo, en materia económica, especialmente, no sólo dificultades a los gestores, sino gestiones rayanas en la ilegalidad, dada la ausencia de presupuesto, de recursos fiscales, etcétera, que sólo se salvan por la mirada al techo del Tribunal de Cuentas y la sobre-recaudación del IVA.

Volviendo al asunto catalán, el Gobierno podrá llenar de privilegios fiscales y pasta las arcas de la Generalitat, pero es evidente que tampoco en materia de Gobierno –especialmente la sanidad y el transporte-, sin olvidar la violencia y la vivienda, se hace nada. Cosa que no preocupó antes y parece sigue sin preocupar.

Desaparecido Pere Aragonés entre su derrota y la tristeza y el sectarismo partidario, el alargamiento del gobierno en funciones se hace intolerable para la gente administrada.

Pero más allá de estas reflexiones, de índole política o de gestión, de lo que aquí se trata, por parte del enredador, es de una intolerable amenaza política a la democracia española. Lo sorprendente es que cuando se reflexiona sobre el asunto resulta verosímil que la debilidad de Estado se repita de nuevo. El enredador amenaza con su retorno, mano a la cartera, amigos y amigas.

 

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