No es bueno acostumbrarse a llorar por las esquinas o tabernas pidiendo “recado de escribir”. Cuántas desgracias han traído esos pequeños escritorios portátiles. Producen adicciones colaterales: la tinta de antes, como el cursor de ahora, anima la pasión por la escritura.
Hasta ahora Pedro usaba secretarias para escribir textos, libros, tesis y reflexiones. Pero el amor le llevó a la tinta. Y ahí acabo la paz… de los españoles y españolas, la suya no parece haber cambiado, sólo está más enfadado.
Pedro ha escrito al juez que persigue a su amada. Raro asunto. Los testigos no se relacionan con los jueces. Además, los jueces se relacionan con los ciudadanos y ciudadanas a través de abogados y procuradores, que son los que procuran que los testigos o investigados no hagan tonterías.
Incluso el juez podría no haberle contestado, pero, ya puestos, el hombre quería asegurar sus cámaras, sus oficiales y todas esas cosas que acompañan a sus señorías. Dice Pedro que él está dispuesto a negar por tercera vez, pero quería hacerlo por escrito.
Yo entiendo a Pedro. No quiere una imagen que algún malvado filtre, porque un líder socialista nunca es interrogado por señoría alguna, para eso están los fiscales y abogados de la causa. Es probable que quisiera también retrasar el encuentro con su señoría por si la Audiencia cancelara el asunto o se lo privara al juez.
La Audiencia, por cierto, ha dicho que de momento no. Que sus señorías cierran la tienda y que ya se lo mirarán para el treinta de septiembre. Esto le ha sentado mal a la señora Gómez que, también, ha encargado “recado de escribir”, imagino que para su abogado, y ha pedido a la Audiencia que se dé más prisa, que ella tiene que irse de vacaciones y le viene mal tal retraso.
Volviendo al prócer enamorado, no sé yo si pedir declarar por escrito es una buena idea. En realidad, el asunto es pasar de testigo privado a testigo de Gobierno; o sea, convertir en pública una cosa que hasta ahora es privada y presunta corrupción en los negocios privados.
Yo entiendo que tenga prisa la pareja, pero qué vamos a hacerle, hay quien lleva quince años esperando una instrucción, quien ha sido en falso acusada, sin reparación alguna, y cosas de ésas. Hay quien ha hecho, siendo institución, paseíllo, cuando ella no lo es. En fin, cosas de escribidores.
El problema de los demás es que el tema se alargue hasta el infinito, y muy especialmente que la información siga creciendo y el ambiente siga siendo irrespirable políticamente. Y después de ella, es probable que venga el hermano y cosas por el estilo.
Peor aún, el coste se nos viene en forma de regeneración. Dineros para medios afines, castigos para los malvados. Defensas del honor, expulsiones de las redacciones, televisiones para los amigos, esas pequeñas cosas que le faltaban a nuestra democracia.
Podrá o no verse con su señoría el señor presidente, a título de amado esposo. Pero los demás seguimos sin presupuestos, sin resolver problemas políticos y amenazados permanentemente por el fugado, dispuesto a arrastrar por el fango no sólo a Pedro Sánchez sino la legislatura entera.
Ética y estéticamente, el tema está concluido. El problema es que arrastrará la credibilidad de muchos, empezando por el partido, rendido a la defensa de la dama, siguiendo por la Universidad y algunas empresas públicas y privadas que decidieron compartir las mieles empresariales del poder.
Informaciones no desmentidas nos cuentan que hay quien se lo temía y firmó que no se hacían negocios ni con empresas públicas ni en sedes oficiales, incluidas visitas a sedes notables. Cosas que fueron desatendidas y que ahora pasan factura.
Que sea eso corrupción o no en los negocios o persecución es algo que dirán los tribunales, pero el lío ha sido morrocotudo y tiene escasa reparación ética. Pero, nada, no hay nada como la adicción al “recado de escribir”. No les quepa duda, otras cartas se nos vienen. Las vacaciones no nos librarán, que lo sepan.