Resentidos y ministro caníbal: fai un sol de carallo

El Gobierno ha roto su silencio. Pedro ha dicho que resiste y los ministros y ministras se han lanzado al degüello de los disidentes. El más dispuesto, como siempre, ha sido el ministro Óscar Puente, que ha querido mostrar que son universales, de acceso a la humanidad en general, su prístina belleza, su extraordinario carácter y su elegante verbo, cosa que aquí se pondera siempre (hay que evitar que cualquier funcionario descubra un comentario negativo y le encarguen a algún seudomedio monclovita, tipo El Plural, que me falsifiquen el blog y me castiguen con adecuada multa).

La universalidad del ministro de los trenes magníficos consiste en que no solo hace méritos insultando a la derecha, sino también contra sus conmilitones, críticos. En esta ocasión le ha tocado a la banda de los cuatro (Page, Susana, Lambán y Madina) que, a partir de ahora, serán conocidos como “Los Resentidos”.

Lo que ha venido a decir el ministro, con su acrisolada finura, es que los resentidos gritan cual “porco cando o van matar”. Y que a todo cerdo le llega su San Martín.

La sección de “Os Resentidos” se ha abierto en la “fachosfera” y el ministro ha definido claramente el terreno de juego: está claro que hemos pasado de la izquierda caviar a la izquierda caníbal y él, siempre a la cabeza de la manifestación, se apresta a ser más caníbal que ninguno.

Es bastante notable que solo sean cuatro (o cinco, aunque Vara ejerce menos) los dirigentes socialistas que muestran su asco o pidan transparencia y explicaciones, ante episodios que han lacerado la vida e incluso el futuro potencial del socialismo realmente existente.

La salud partidaria se expresa en estos momentos de incertidumbre. Es imposible mantener el liderazgo cuando el silencio, las crisis o la ausencia ética se adueñan de la política partidaria: Felipe no pudo aguantar el hedor de las corruptelas; Zapatero no pudo aguantar el desmoronamiento económico de una burbuja que él y dirigentes socialistas de las cajas, entre otros, fabricaron.

La resistencia es posible si se hace un ejercicio de reflexión, transparencia y perdón. Recuerdo un alcalde de Boadilla que ganó unas elecciones, tras la Gürtel, porque se hizo un paseíllo casa por casa, pidiendo perdón a sus conciudadanos. Nosotros querríamos solo un plasma de explicación.

La mala salud partidaria de los socialistas contamina, esta vez sin culpa, a los tristes asociados de la izquierda de verdad verdadera. El papelón de la vicepresidenta segunda, esperando que los votos que perdió vuelvan si pelotea a Sánchez, es tan penoso como ver a los de Izquierda Unida hablando de líneas rojas que hace tiempo se cruzaron.

Al socialismo realmente existente y la izquierda de verdad verdadera, les acompañan, en el coro de silentes, los aliados de mercadeo político que, mientras aprovechan la debilidad el Gobierno para sacar rentas políticas, se les da una higa lo que pase, cuanto peor, mejor, más pela y más sectarismo, compañía en la malversación, piensa alguno, mientras espera saber si el hacen un Pumpido light o un Pumpido feliz.

Pero hay algo de indigno en el ataque del ministro caníbal a la “banda de los cuatro”, ahora convertida en resentidos. Personal con experiencia y lealtad al partido, demostrada más allá del deber, independientemente de sus errores, que tienen que soportar, ahora, el ataque despiadado de sus conmilitones, observar cómo organizaciones enteras sufren el deterioro orgánico de los aforamientos exprés, la mafiosilla de los videos sexuales y cosas de cloacas parecidas.

Los que somos de izquierda, pero nunca hemos sido compañeros de “los resentidos” nos sentimos concernidos por las reacciones sectarias, a veces porque, también, las hemos padecido, de quienes ahora ejercen de izquierda caníbal.

El PSOE sabe que, en el silencio actual, se juega su futuro. También sabe que el futuro de sus líderes actuales será magnífico, aunque el partido quede como un erial. Siempre habrá una canonjía, una puerta giratoria, una jubilación exquisita que disfrutar, mientras otros tienen que reconstruir un partido.

La “brahamanización” de la izquierda, el abandono acelerado de sus viejas bases de clase media trabajadora por podemizadas culturas y variados e identitarios populismos, conducen a estos males: es el gobierno a toda costa y no las ideas o los ideales, los que determinan la función histórica de los líderes.

Ministros a los que el partido les quema a sus trabajadores (Interior y Guardia Civil), ministras desaparecidas mientras se presentan imposibles leyes demenciales (Vivienda), ministras calladas a golpe de descalificación (Defensa), ministras y ministros haciendo campaña electoral en autonomías, mientras dejan a ayuntamientos y comunidades autónomas sin caja. Tedio y bronca parlamentaria, ausencia presupuestaria, fondos europeos por la gatera.

Si no se puede hacer nada, porque no hay mayoría, porque no se puede explicar lo inexplicable, ni desmentir lo deleznable, solo queda un camino: la izquierda caníbal, la disciplina “manu militari” de los conmilitones.

Quizá convendría recordar a los partidos políticos que, cada fractura, es una fractura social, produce desafección democrática y, desde luego, polarización. Ese es el fango. No le den más vueltas.

“Os meus vellos compañeiros de escola e amigos, novos e vellos, de Vigo, terán oído ao “ministro caníbal”, mirarán para un lado e susurrarán: Con “ista movida” “¡Fai un sol de carallo!”

Podrían pensar en Vigo que en la recuperación ochentera promovida por el gobierno (calzones, prostíbulos, gambas y videos sexuales), Óscar Puente ha querido pelotear al señor alcalde, Don Abel Caballero, citando la movida viguesa. Pero no, su memoria caníbal funciona como la Renfe, en realidad, él es más de ser el ministro punk, tipo Kortatu, y gritar “Sarri, Sarri” (abertzale huido de la cárcel).

Mi saludo a los vigueses y a Os resentidos. Y a todos los de izquierda resentidos, también. Repitan conmigo “Fai un sol de carallo”.

 

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