Sánchez abre el mercadillo de invierno

Los callados que se portan bien tienen premio: marchando un palacio en París, de unos 20 millones de euros, sede del Instituto Cervantes, para el PNV, sin acreditarse la propiedad, que no estamos para menudencias administrativas. La ocasión lo merece: bueno, bonito y barato.

Ha sido reanudarse la legislatura y volver a las andadas. Los de Sumar no acuerdan, están enfadados con las malas personas, que además del ministro de economía es la ministra de Hacienda y algunos otros. Los de Podemos, menos aún. Para éstos, todos son malas personas y no regalan nada: ni un impuesto, ni una ley de vivienda, ni nada que se les ponga a tiro.

Los progresistas más afamados del lugar dicen (Junts) que o le dan la moción que piden y los acuerdos financieros firmados (cupos y condonación) o Sánchez puede esperar situaciones desagradables. Los progresistas más deprimidos (ERC) dicen en palabras de su filósofo de cabecera, que es Rufián, que el PSOE solo sabe perder votaciones.

Unos y otros se han reunido en Waterloo –el fugado y el que estuvo en la cárcel- para echar pelillos a la mar y ponerse a enredar de nuevo. Illa echa a las asociaciones que no hablen catalán del Parlament, dar de comer a los leones.

Tanto movimiento lo exige. Sánchez abre el mercadillo de invierno: el porvenir del progresismo, o sea el suyo, lo exige.

Nada nuevo, excepto pequeños detalles: la agenda judicial, la ley del enamorado para blindar a su familia y a él mismo y la ausencia de presupuesto. “¡Que no panda el cúnico!” Abrimos el mercadillo, como siempre y que hagan unas risas los progresistas.

Ni por asomo crean que la colla progresista persistirá en forzar elecciones. “Lo queremos en coma, pero no muerto”, dijo Turull, y ahí está Sánchez dispuesto a hacerse un coma inducido, a golpe de todo lo que haga falta.

La ministra de Hacienda ya prepara, en secreto, un pedazo de cupo. Sánchez ya irá, si hace falta, a Waterloo a saludar al fugado, elijan señores y señoras en el mercadillo la oferta del mes.

Aquí sólo se convocará elecciones si Sánchez quiere, podría presentar su presupuesto con innumerables bagatelas y si no se lo aprueban, pues nada, siempre habrá un pacto de estado que firmar con el PP. Y si no, pues ya saben: en las sectas se muere mucho mejor acompañado. No sueñen: no ocurrirá.

Nada como abrir el mercadillo de invierno para vender bueno, bonito y barato, de hecho, gratis, lo que haga falta. Si el PP saca tajaditas territoriales, cosas de inmigración, un trozo de impuestos o vivienda también puede pasarse por el mercadillo: las rebajas son para todos.

El nivel de clientelismo político -sé que lo digo muy a menudo, disculpen- alcanza tasas próximas a la indecencia y la falta de transparencia. Niveles impropios que tienen muy excitados a los economistas expertos en elecciones y gasto público, que se prometen unos modelos monísimos de la muerte, en cuanto acabe el periodo de pacto progresista. Se encontrarán, como digo, con notables competidores en los expertos en transparencia de la gobernanza: estos se están riendo en cantidad.

El alargamiento del mercadillo tiene un notable riesgo: creer durante mucho tiempo que la gente somos idiotas todo el tiempo. La fiscal acusa al fiscal, el hermano, el fiscal y el presidente borran los móviles, Ella no dice nada de sus cuentas, el hermanísimo resulta ser de los peores currículos y de teléfono tan borrable como sus respuestas; Aldama y Ábalos esperan, con Koldo, turno. Apenas hay días sin juicio.

Los de Waterloo tienen a Sánchez en un sin vivir, ha llamado a Wallapop no sea que las existencias en el mercadillo de la Moncloa no sean suficientes. A ver si ahora no nos va a valer con un cupo, una condonación, una expulsión de la policía de Cataluña y una exención de acoger inmigración.

¿Qué más quieren? pregunta Sánchez a sus asesores, pero éstos sólo saben de prospectiva, no vinieron a la Moncloa a hacer política: esos están aprendiendo a manejar la máquina del fango. Si MAR bebe güisqui ¿le valdrá con un “finogate” a Moreno Bonilla o a su señora? Por Dios, qué sin vivir.

Alarguemos todo. Si cuela, cuela y si el electorado es tonto todos los días, es cosa de ellos. Lo de la Moción de Confianza de Puigdemont se aplaza, lo de los fiscales es de risa: Ortiz filtró, dice una; no hay protocolos de borrado, dice otro. O sea, que el marrón no se lo comen: cómo son los subordinados del progresismo.

Señoras y señores atiendan al mercadillo de invierno, grandes bagatelas se anuncian y pongan ustedes cara de tontos: total, ellos creen que ustedes lo son.

 

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