Pedro Sánchez pide un aplauso. Porque “todos somos Estado” –ahora ya no es solo él, y él pone pasta y todos los servidores públicos lo hacen fetén en la catástrofe valenciana-, tenemos que buscar un balcón para volver a aplaudir.
¡Ah, que hermosos aquellos días de los balcones en la pandemia, donde se danzaba y cantaba, a mayor gloria de los sanitarios y de los que nos proporcionaban hermosas y fallidas ruedas de prensa, anunciando que aquello sería cosa de días! Hubo incluso quién ofrecía mascarillas baratas.
Claro que aplaudimos entonces, hasta que dejamos de aplaudir, hasta que empezamos a cabrearnos con expertos que no eran expertos, soldados que decían cosas de soldados en las ruedas de prensa, mientras los militares de a pie se curraban el asunto.
Pedro quiere aplausos. Es que cuando va por ahí solo le montan “pollos” y ya ni la Guardia Civil le ha comprado el cuento de la conspiración ultraderechista. Le ha molestado mucho ese lema machadiano de “solo el pueblo salva al pueblo”. No sólo a él, sino a buena parte del pensamiento progresista.
Luego diré que no faltan razones para recelar de la frase, pero no es menos cierto que cuando se cantó y pronunció es que no había nadie. A la izquierda no le molestó cuando parecía que se lo decían a Mazón, pero se alarmó cuando la embarrada presencia de Sánchez mostró que lo ponían en el mismo saco de los ausentes.
Fue Antonio Machado el que escribió la frase “solo el pueblo salva al pueblo” que tanto ha molestado a Pedro Sánchez y su coro. Cosa que, por cierto, no molestaba cuando parecía que se la dirigían a Mazón, en exclusiva.
¿Por qué una frase de un poeta progresista tan querido molesta a ese príncipe del progreso que es Pedro Sánchez? Machado envió una carta a su amigo David Vigodski (hispanista y ruso) en febrero de 1937, durante la Guerra Civil, donde utilizaba esa frase que ahora está en boca de todos.
La razón de la molestia no es el carácter anarco del aserto. Lo que molesta es que se refiere a la defensa de Madrid ante el ejército franquista. La población, en ausencia de un gobierno desaparecido de la capital, por decisión de Largo Caballero que nunca organizó la prometida contraofensiva, se encargó de la resistencia: “Sólo el pueblo salva al pueblo”.
La salida de Largo Caballero molestó a Machado y a buena parte de la izquierda, especialmente a los generales del V Regimiento. La frase es propia, naturalmente, de un estado fallido y, desde luego, no se corresponde con un estado democrático. Los ciudadanas y ciudadanos necesitamos al Estado, la peculiar naturaleza de lo público que no es de nadie, pues a todos pertenece y es la única red de protección que nos queda a quienos no tenemos otra.
También viene a resaltar la ausencia del Gobierno. De hecho, Sánchez se irá a Bakú, porque siendo todos Estado, según ha dicho, ya se encargarán otros que esperarán el aplauso que la Administración española, sin duda, se merece.
Ahora bien, hagámonos la pregunta que muchos se hacen: ¿es aplaudir una forma de garantizar la presencia del Estado?
Al final, casi nadie recuerda, ni siquiera los médicos y personal sanitario, tanto aplauso ni festejo de marras. Hay que decir que ahora tenemos un problema, Sánchez: los que sufren no tienen balcones. Así que lo de aplaudir es complicarles la vida, a más de una provocación.
Yo he señalado aquí en los días en los que escribí sobre estado fallido (corregido por Luis Blanco) o mí particular “Yo acuso” que las instituciones se han visto sobrepasados por la situación y que la labor de todos los cuerpos involucrados, por muy inmensa que se presuma ha sido lenta e inexplicablemente invisible.
Sánchez presume del gran trabajo de la función pública, pero ha sido manifiesta su incapacidad pública de informar, cooperar o asegurar a los políticos una acción manifiestamente mejorable. No votamos a los funcionarios, les pagamos, así que tenemos tanto derecho a dar aplausos como a pedir más acierto, reciclajes, formación y nuevos saberes.
La máquina del dinero se ha puesto en marcha. Sea; pero sigue faltando y mucho. Y, sobre todo, sigue faltando una esperanza a quienes saben, no hace falta engaños, expertos, ni las cosas esas de la pandemia, que tardarán una década en ver restituidas sus calidades de vida.
Pidan aplauso a la Administración, si ustedes quieren y encuentran balcón. Yo sigo con mi idea de que Pessoa tenía razón y pediré: “Verdad y aspirina”. El que crea que de ésta se sale con pitos o aplausos es que aún no ha entendido nada de lo que ha pasado.
- https://peregrinomundo1.webnode.es/l/el-aplauso/